lunes, 9 de julio de 2007

Mi verborragia

Mi papá tenia envuelto en unas sabanas a su gigante cuello, o a su gigante papada que acorralaba su pequeño cuello –la distinción visual de su fisonomía siempre me fue poco clara, y nunca me atreví a hurgar con mis manos por esas zonas, ya que de chico pensaba que los monstruos se escondían en los rincones-. Mi progenitor estaba recorriendo con sus cubiertos un jugoso bife de 7 cm de grosor y unas papas horneadas con crema.
Mi mamá mientras comía poco, hablaba mucho. Le hablaba y le hablaba a él –antes de escribir esto, es decir cuando no comprendía la verborragia de mi madre, me preguntaba si ella tenia un problema motriz en cuanto al habla por todas las palabras amontonadas que escupía-. Mi Padre solo asentía de a ratos. Ella mostrando sus gigantes dientes se reía de sus propios comentarios y los repetía constantemente esperando una respuesta por parte de él
Ese mediodía yo iba a jugar al fútbol, bah iba a quedar en un partido donde mis amigos jugarían al fútbol.
Entré a la cocina a despedir a mis padres. Mi papá como primera reacción introdujo su mano derecha en el bolsillo izquierdo del saco y sacó un billete de diez pesos, dirigiéndolos hacia mí. En ese momento mi madre cortó el recorrido del brazo, con un guisado de palabras en contra de la actitud de mi padre. Fue cuando me convertí en vocero de mi papá, sin saber bien lo que él quería, pero sabiendo lo que yo buscaba.
Mi mamá con su voz femenina bla, bla, bla, bla; yo con mi voz mutando por la adolescencia BLA, bla, BLA, bla –en realidad no existía un orden cronológico de exposición de ideas, más bien era un collage de ideas inentendibles para el otro: BlblablABLAblABLabLblBlBLbla-.
Durante la charla, o intercambio de visiones, o discusión, o pelea, o simple griterío sin sentido, me brotaron por primera vez mis genes maternos; de ahí en más se convirtió en un gen característico de mi persona la verborragia.
Todos mis músculos faciales se hallaron en pleno ejercicio, envueltos por un buen rato en una sopa de letras incomprensible para la razón de mi madre; mientras, mis oídos injerían todo la palabrería de mi mamá, y a causa de esto una otitis aguda. Lo cierto es que esa tarde quedé mareado de tantos verbos, sustantivos, verbos, verbos, circunstánciales, proposiciones, circunstanciales, sustantivos, proposiciones, sustantivos, circunstanciales. Y sin entender que había pasado me encontré tomando agua de un caño después del partido, mientras mis amigos disfrutaban una sprite helada recién comprada.

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