miércoles, 4 de julio de 2007

Nostalgia de una juventud

A todos los egresados en el 2003

Los tiempos han cambiado, lo sé. Antes esto no era así. El proceso era artístico, pura imaginación y se fomentaba la amistad. Además era una fuente de trabajo para mucha gente. Pero hoy no es así, a los pibes ya no les importa.
Estaba todo planificado de antemano, cada detalle observado. Era una organización de la puta madre -tanto que, hasta me atrevo a decir, que merecen estar en la dirección del país los mentores del sistema-.
Vos te podías comunicar la noche anterior al hecho con un amigo, o bien en la misma puerta de entrada improvisar la escapada. Eso si, siempre era necesario cumplir todos los requisitos. A saber: respetar los recorridos ya tomados, cerciorarse del color de las banderas, verificar bien la cantidad de personas y por ultimo cumplir los mandatos de lealtad.
Mejor les explico un poco acerca de los requisitos. Como bien ya les dije, se trataba de una organización, su estructura de funcionamiento estaba basada en la verificación de ciertos requisitos, es decir en un orden preestablecido. En cuanto al origen de los recaudos, nunca se supo bien quien los hizo. Yo, escuché diferentes versiones; algunos decían que era basado en reglamentaciones de años antes de Cristo; habían quienes pensaban que las consiguieron de la mafia; otros en cambio –como yo- creían que las crearon unos pibes basándose en la costumbre.
Ahora bien veamos sobre los requisitos en sí mismos.
Cuando el reglamento establecía que debíamos respetar los recorridos ya tomados, era para evitar el amontonamiento, ya que de esa manera se hacia mas difícil que nos descubrieran. Nos informaban los caminos disponibles en las carpas, que eran quioscos –los que trabajaban para el organismo- ubicados en distintos puntos con todos los datos sobre lo ocurrido durante el día.
Lo que se necesitaba saber sobre las banderas estaba colgado en las carpas, justo a la par de la interpretación de los sueños de la quiniela. Cada zona poseía una bandera a la par, la que indicaba de acuerdo a su color lo conveniente o inconveniente de dirigirse allí. Algo muy similar a las banderas de la playa. Lo que significaba en la playa ser aplastado sin piedad por las olas, el color negro, era entregarse sin resistencia alguna para nosotros.
También nos pedían que los grupos sean reducidos, de cuatro miembros como máximo; igualmente mas de una vez hubo uno que otro líder que se animo a llevar gente para armar el picadito. Al igual que el primer requisito tenia el fin de evitar el tumulto, de lo contrario se estaba dando una pista para que nos capturen. Como ven, era muy remarcado no crear multitud, no llamar la atención, pasar desapercibidos. La consigna era pasar una mañana o una tarde, de acuerdo a tus horarios, en paz.
Por ultimo, y no por eso menos importante, se nos exigía deberes de lealtad. Estos no estaban minuciosamente reglamentados ya que había diversos. Se decía que existía una comisión observadora que se reunía en una asamblea general en caso de que exista un proceder que pudiera ser considerado una falta a los deberes de lealtad, algo así como en un club. A pesar de alabar mucho la estructura, no sé si era tanto como para hablar de una comisión. Pero bueno, lo cierto es que existían hechos que eran considerados faltas a los deberes de lealtad. Como ser el hacer una llamada –anónima o no, lo que influía en el castigo- denunciando el hecho, el famoso soplón; también era considerada una falta si el soplón denunciaba alguna carpa; el dejar a un compañero en alguna zona riesgosa sin avisarle la retirada era una falta gravísima para con la fraternidad; en fin había diversidad de casos. Lo que todavía no puedo saber si se consideraba una falta o no, era cuando a alguien se le salía la cadena en medio de una operación y tenia un proceder lo suficientemente riesgoso como para que nos pillen. Nunca lo pude saber, las veces que sucedió, jamás volví a ver al autor.
Como en todo reglamento, había sanciones en caso de trasgresión. Las sanciones variaban de acuerdo al nivel de trasgresión, a la voluntad con la que las hacia el autor, a las consecuencias que producía el hecho. Iban desde la simple suspensión por un par de semanas hasta la máxima pena, la humillación publica al ser expulsado de por vida de esta especie de asociación. De esta ultima pena, yo no conocí ningún caso. Pero me dijeron que alguna vez se dio cuando uno de los pibes denunció a una carpa y a todos sus compañeros en medio de un trabajo.
Todo esto ya pasó. Las épocas de suplantar las números y la geografía por ir a la plaza a refugiarse del sol bajo las pobladas copas de los árboles leyendo el diario quedaron atrás. El escaparse sin ningún timbre de salida a esos antros de mala muerte a jugar un pool con amigos se olvidó. Las carpetas vírgenes, o con tan solo algún juego como el pare carrito o el ahorcadito ya dejaron de existir. El excepcional desayuno colectivo se dejo de usar por siempre.
Ahora los cosas son de otra manera. Ahora a los pibes no les importa, no les importa nada de nada. Sin mínima carga de conciencia pueden mentirle en la cara a sus madres para poder faltar. Pueden mentir sobre síntomas de enfermedad que sienten, sobre algún paro, hasta hay algunos que son capaces de mentir sobre la muerte de alguna persona.
Se perdió la imaginación, se perdieron los valores del pasado, y con ello toda organización fraternal que a base de esfuerzo se había logrado forjar. Hoy no hacen nada, no respetan nada. Hoy faltan así no mas.
Por eso estoy aquí. Estoy oculto en mi tienda, a la par de la protesta de los vendedores ambulantes y de los docentes – a los que apoyo para que no dejen de haber clases.-. Estoy aquí con setenta y cinco años inscripto todavía en la secundaria. Estoy aquí escapando de los claustros. Estoy aquí yuteandome, y lo que es yutearse; no como los traidores que se refugian del frío, con una enfermedad inventada, bajo las colchas de sus camas. ¡Estoy aquí rateándome y protestando en la Plaza Independencia para que los tiempos vuelvan a ser como antes!

Plaza Independencia, San miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina.2082

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